viernes, 26 de octubre de 2012

Oír y escuchar.

 La fisiología de la audición

¿Como oímos?

La audición no está delimitada solamente al órgano sensorial periférico u oído, sino que es una función mucho más compleja de elaboración neurológica. El oído cumple la función de “micrófono”, capaz de captar el sonido, pero la elaboración y reconocimiento del mismo es una función puramente cerebral.

El oído humano es capaz de percibir las vibraciones sonoras en frecuencias comprendidas entre los 16 y 18.000 Hz. Estas vibraciones son captadas por el pabellón de la oreja y transmitidas por el conducto auditivo externo al tímpano, el cual al vibrar pone en movimiento a la cadena de huesecillos del oído medio. Estos transmiten la vibración hacia los líquidos del oído interno lo que provoca la estimulación del órgano de Corti (porción auditiva del oído interno), allí se genera una actividad eléctrica que toma las características del sonido que lo ha producido.
Esta corriente se transmite por un "cable" ­ vía auditiva­ hasta el cerebro, teniendo en su camino "estaciones" que retransmiten y refuerzan la señal que viene a través del mismo. El lóbulo temporal del cerebro es el "amplificador" capaz de reconocer y elaborar esa corriente eléctrica transformándola en "conciencia sonora".


http://www.youtube.com/watch?v=lL_9dPgV1OM&feature=related

¿A que niveles de intensidad los sonidos empiezan a ser peligrosos para nuestros oídos?

La pérdida de audición inducida por el ruido ocurre cuando las diminutas células ciliadas auditivas, las células sensoriales del oído interno, sufren lesiones provocadas por la exposición a sonidos demasiado fuertes durante un tiempo prolongado. Pero, ¿cuándo el ruido es demasiado ruido? y ¿cuándo empieza el ruido a causar daño? Las respuestas están relacionadas: cuanto más fuerte sea el sonido, menos tiempo tardará en causar una lesión auditiva.
Los ruidos de alta frecuencia (entre 1 kHz y 6 kHz) y gran intensidad, los ruidos explosivos, los ruidos de impacto y los ruidos con fuerte contenido tonal. También son potencialmente peligrosos los ruidos que obligan a gritar para comunicarse con la persona que está al lado de uno.

Cuadro comparativo sobre algunos casos de la vida cotidiana:
  • El campo, en silencio: 30 dB
  • El interior de una casa, de día: 40 dB
  • Una conversación normal: 60 dB
  • Un automóvil a baja velocidad: 70 dB
  • Un colectivo acelerando, en promedio: 90 dB
  • Un martillo neumático a 4 metros: 100 dB
  • Un avión despegando, medido desde el borde de la pista: 140 dB

1 comentario:

  1. Una descripción muy interesante de la fisiología de la audición. Espero que la información que aportáis
    tu y Carmen sirva para concienciar a todos del cuidado que debemos tener ante el exceso de ruido.

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