Para Fernando Aramburu el rechazo de muchos a la concesión del Nobel a un cantante «despide un tufo a prisión en categorías intelectuales muy estrictas. Considerar que el premio lo merecía otro equivale, no solo a desautorizar a una comisión de expertos, sino a proclamarse virtualmente miembro de dicha comisión. Todo esto es bastante irrisorio, además de entristecedor». Y concluye «A mí, que soy tan defectuoso como cualquier otro, Bob Dylan me ha dado más poesía que muchos de los que ahora protestan. Me basta mi gozo propio para darle la enhorabuena, que es tanto como darle las gracias»
Según el periodista Javier Rodríguez Marcos los Nobel han vuelto a unir algo que en su origen estuvo unido: la letra y la música, pues la poesía —y con ella toda la literatura— nació para ser cantada (y representada). «Se han perdido muchas composiciones de la antigüedad clásica, pero la mayoría de los poemas medievales que conocemos surgieron como una melodía: las palabras venían después, a veces incluso en un idioma que el compositor no dominaba».
Asegura también Javier R. M. que la Academia Sueca ha sido coherente con los propios estatutos del Nobel pues el galardón nació para reconocer «no solo trabajos puramente literarios sino también otros escritos que por la forma de presentarse posean valor literario».
En El País, 14/10/16